lunes, 3 de octubre de 2011

Confirmada la participación del Profesor Doctor Marcel Bursztyn (Brasil) en el Seminario sobre la Río+20

El Profesor Dr. Marcel Bursztyn disertará en el primer panel "Sector académico" el día 9 de noviembre, a las 17hs en el auditorio de la Embajada del Brasil en Buenos Aires.
Marcel Bursztyn



Profesor Doctor del Programa de Postgrado en Desarrollo Sostenible (PPG-CDS) de la Universidad de Brasilia. El PPG-CDS tiene el concepto 5 en la Coodinación de Perfeccionamiento de Personal de Nivel Superior (CAPES) del Ministerio de Educación, el más alto entre  los  programas  de posgrado inter disciplinares de medio ambiente autorizados a funcionar en Brasil y ofrece cursos de doctorado y maestría.


Extracto de una entrevista con el Profesor Doctor Marcel Bursztyn: 

IHU On-Line – Es posible que haya desarrollo con sustentabilidad? La expresión “desarrollo sostenible” es coherente? 
Marcel Bursztyn – La evolución de las trayectorias económicas que marcaron al mundo desde la Revolución Industrial, que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII, hizo necesaria la definición de nuevos conceptos. La expresión desarrollo, por ejemplo, comienza a ser mencionada en los grandes diccionarios justamente en aquella época. Eso no quiere decir que fuese una palabra nueva. La novedad fue la combinación del desarrollo con dos características que pasaron a ser marcadas a partir de allí: la referencia a una territorialidad y su uso como termómetro de la dinámica de la economía. Antes, existía desarrollo como evolución, avance, pero no como aumento de las actividades económicas. Por casi dos siglos, la expresión desarrollo fue usada casi como sinónimo de crecimiento. Después de la segunda Guerra Mundial, se hizo necesario distinguir el aumento general de las actividades económicas (crecimiento) de la mejora general de las condiciones de vida de las poblaciones (desarrollo). Más allá de que el primero sea necesario para el segundo, no es condición suficiente. En muchos países, y notoriamente en Brasil, se percibía que la economía (en el sentido de producción en general) podía crecer, sin que los frutos de tal proceso sean de beneficio a todos los grupos sociales. 
El gran boom de dinamismo de las economías, verificado en las tres décadas subsiguientes a la última guerra mundial, provocó un efecto colateral: el excesivo consumo de materias-primas y de energía. Y tal problema se agravaba porque la población mundial crecía a ritmo acelerado. Por eso, algunos autores llamaron la atención sobre los riesgos de agotamiento de fuentes energéticas (sobre todo petróleo), sobre la escasez de materias-prima y sobre la generación excesiva de residuos no biodegradables. De ese modo, convergieron preocupaciones de diferentes medios: en el académico (con la publicación de estudios que apuntaban a tales riesgos), en los movimientos sociales (ecologismo) y en la política (una progresiva adopción de políticas e instrumentos de gestión ambiental). 

Sostenibilidad 
Marcelo Bursztyn La idea de sostenibilidad fue el resultado de un proceso. Ya en 1972, cuando de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, quedara claro que sería necesario calificar el “desarrollo”, de forma que se diferencien las prácticas corrientes de degradación ambiental de los nuevos procedimientos, que se condicen más con la percepción de que los recursos naturales son finitos. El concepto que se consagró en aquella época fue el de “ecodesarrollo”, o sea, una compatibilización de la dinámica de la economía con los imperativos ecológicos. Quince años después, ya en el proceso de preparación de la Conferencia Río-92, surgió el concepto de “desarrollo sostenible”, que en la práctica es una evolución de aquel anterior. De la manera en que fue definido, significa buscar el aumento en la producción de riquezas, pero sin sacrificar el derecho de las futuras generaciones al usufructo de las mismas condiciones ambientales de vida actual. 
La sustentabilidad es posible, pero para eso es necesario un cambio radical de prácticas (de despilfarrar a ser auto-suficiente), de mentalidades (ampliando el concepto de solidaridad a la dimensión temporal, incluyendo las futuras generaciones), de producción de conocimientos (menos utilitarios y más coherentes con las condiciones naturales) e institucionales (creando mecanismos que cohíban actitudes “no sustentables” y fomenten acciones ambientalmente correctas). 

IHU On-Line – Qué evaluación hace ud. sobre el gobierno en el manejo y uso del medio ambiente? 
Marcelo Bursztyn – No solo en Brasil, sino en buena parte del mundo, fueron creadas, a lo largo de los últimos 30 años, estructuras de gobierno volcadas al control y protección ambiental. Nuestro país creó un organismo específico para esta finalidad ya en 1973: la Sema (Secretaría de Medio Ambiente, del gobierno federal). En 1989, surge el IBAMA y en 1991 se impulsó a la cuestión ambiental como categoría de ministerio. La Constitución Federal de 1988 es muy avanzada en lo que a protección ambiental se refiere. A lo largo de la década del ’90, fueron establecidos nuevos mecanismos, como una compleja tela de áreas protegidas según diferentes criterios (variando de la prohibición al acceso hasta el uso en moldes sustentables), una legislación específica para cohibir crímenes ambientales y un avanzado sistema de monitoreo ambiental. Todo eso no impide que el problema ambiental se agrave. El avance de la deforestación en la Amazonia es apenas un lado visible e internacionalmente reconocido de esa cuestión. Bajo el punto de vista humano, sin embargo, los mayores males ambientales de Brasil siguen siendo los de siempre: el saneamiento. Con más del 80% de la población viviendo en ciudades, problemas como la falta de agua potable, el tratamiento y la recolección de las cloacas, drenaje de las aguas pluviales, y la recolección y tratamiento de la basura son desafíos a ser enfrentados. 

Proyecto sostenible 
Marcelo Bursztyn Un proyecto sostenible para Brasil debe combinar nuestras potencialidades energéticas e hídricas con nuestra formidable riqueza de biodiversidad. Para eso, necesitamos invertir en ciencia y tecnología y en recursos humanos. En lugar de exportar madera, debemos exportar muebles; en lugar de hierbas de la Amazonia, debemos exportar fármacos y cosméticos; en lugar de minerales, productos elaborados, con alto valor agregado. Así, gastamos menos nuestro “stock de naturaleza”, con mayor remuneración económica. 

IHU On-Line – Cuál será nuestro desafío como ciudadanos en la preservación del medio ambiente? Donde estamos errando? 
Marcelo Bursztyn – Bajo una mirada individual, como ciudadanos, es necesario que cada uno cumpla con su parte. No es posible esperar que solo otros lo hagan. Eso implica un cambio de conducta. En este aspecto, la educación es fundamental. Nuevas mentalidades solo se consiguen con la formación correspondiente en la escuela. Hasta aquí, nos equivocamos en varios puntos: en la educación (que no fue extendida a todos, y que ha sido volcada a una visión del mundo en la cual la naturaleza es “materia-prima” a ser apropiada y no un elemento inherente a la propia vida; en las técnicas, que se tornaron amenazadoras y portadoras de riesgos; en la regulación pública, que sufrió un período de retracción (neoliberalismo), ante la creencia de que el mercado por si solo regula las acciones humanas; en nuestro afán consumista, que parece insaciable.” (Fuente: Revista del Instituto Humanitas Unisinos (IHU On-line), con traducción no oficial de la Embajada)

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