Olinta Cardoso, Consejera del Instituto Ethos, disertará en la primera mesa del panel "Organizaciones no gubernamentales" el día 11 de noviembre, a las 09:30 en el auditorio de la Universidad de Belgrano.
Vea abajo un artículo del Director Ejecutivo del Instituto Ethos, Paulo Itacarambi, sobre la Conferencia Río+20.
Brasil, bajo la presidencia de Luiz Inácio “Lula” da Silva, ganó, en el 2009, el derecho de ser sede de la conferencia internacional de la ONU sobre desarrollo sostenible. Esto lo consiguió por su destacada labor que venía obteniendo en relación al control de la deforestación de la Amazonía y a las políticas públicas de reducción de la miseria. Influyó también el hecho de que la conferencia sobre medio ambiente realizada en Río en 1992 cumpliera 20 años. “La Río+20” es la manera de informar que en el 2012, en Río, habrá un balance de lo que el mundo hizo en relación a los compromisos de 1992 y de lo que hará en los próximos 20 años.
Hay dos temas centrales en esta conferencia: economía verde y combate a la pobreza, con la propuesta de creación de una gobernación global que alíe las tres vertientes de sustentabilidad: progreso económico, equilibrio ambiental y desarrollo humano.
Vale recordar que “Río -92” fue el nombre de la II Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y tuvo como principal tema la discusión sobre desarrollo sostenible. Estuvieron presentes 117 jefes de Estado, el mayor número ya reunido por una conferencia internacional de cualquier naturaleza, intentando encontrar soluciones a los problemas ambientales y sociales del planeta.
Las empresas además lanzaron el Forum Clima – Acción Empresarial sobre Cambios Climáticos, un grupo de trabajo formado para acompañar los compromisos de reducción de carbono y promover el diálogo entre empresas y gobiernos a favor de los mejores resultados para las políticas de cambios climáticos del país.
Además de eso, las empresas brasileñas iniciaron, en el 2010, el Movimiento Empresarial por la Biodiversidad (MEB), asumiendo compromisos voluntarios por la conservación y uso sustentable de la biodiversidad y entregando al gobierno propuestas del mismo sentido.
Las empresas también pueden hacer propuestas que contribuyan con el gobierno en la misión de ampliar el debate democrático para toda la sociedad, por medio de consultas a ONG’s, sindicatos, otras empresas y entidades de clase sobre el posicionamiento oficial del país en relación a los temas centrales de la Río+20.
Vea abajo un artículo del Director Ejecutivo del Instituto Ethos, Paulo Itacarambi, sobre la Conferencia Río+20.
Paulo Itacarambi comenta: “La Río+20 y el protagonismo brasileño”
Cuando mencionamos los grandes eventos de los cuales Brasil va a ser sede en los próximos años, se nos viene a la mente la Copa del Mundo FIFA de fútbol, en el 2014, y las Olimpiadas del 2016. Pero ya para el año que viene, se va a realizar en Río de Janeiro la más importante Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible de los últimos tiempos. También conocida como Río+20, la conferencia será fundamental para acelerar y pasar a escala global a la transición hacia una economía inclusiva, verde y responsable, donde Brasil tiene un papel estratégico y decisivo.
“El compromiso del Brasil será crucial para moldear la ambición internacional a la Río+20, al mismo tiempo que destacará la experiencia del propio país, desde su economía a base de etanol hasta la gestión mejorada de los patrimonios basados en la naturaleza, incluyendo la Amazonía.” Ésta es una evaluación de Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en un artículo publicado el 24/4 en el periódico Folha de São Paulo. Él vino a Brasil para reunirse con representantes de gobiernos, de la sociedad y del sector privado.
Cuando mencionamos los grandes eventos de los cuales Brasil va a ser sede en los próximos años, se nos viene a la mente la Copa del Mundo FIFA de fútbol, en el 2014, y las Olimpiadas del 2016. Pero ya para el año que viene, se va a realizar en Río de Janeiro la más importante Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible de los últimos tiempos. También conocida como Río+20, la conferencia será fundamental para acelerar y pasar a escala global a la transición hacia una economía inclusiva, verde y responsable, donde Brasil tiene un papel estratégico y decisivo.
“El compromiso del Brasil será crucial para moldear la ambición internacional a la Río+20, al mismo tiempo que destacará la experiencia del propio país, desde su economía a base de etanol hasta la gestión mejorada de los patrimonios basados en la naturaleza, incluyendo la Amazonía.” Ésta es una evaluación de Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en un artículo publicado el 24/4 en el periódico Folha de São Paulo. Él vino a Brasil para reunirse con representantes de gobiernos, de la sociedad y del sector privado.
En febrero de este año, el Pnuma publicó un informe denominado Rumbo a una Economía Verde: Caminos para el Desarrollo Sostenible y la Erradicación de la Pobreza, con datos y análisis de economistas sobre políticas públicas que pueden dar un empujón a la transición hacia otra economía. El documento fue lanzado en Nairobi, capital de Kenya, para servir como base para las discusiones sobre desarrollo sostenible, con miras a la Río+20.
En resumen, el informe concluye que la economía verde ya está ahí, pero, para sacar del papel las ideas que pueden hacer al modelo actual transitar de hecho hacia otro paradigma, más sostenible, el mundo necesitaría invertir el equivalente al 2% del PBI mundial por año (en el 2010, el Fondo Monetario Internacional (FMI) calculó ese PBI en US$ 62 mil millones). Tal inversión también necesita ser efectuada en diez sectores estratégicos, como construcción civil, energía, agua, bosques, agricultura, pesca, transportes, residuos, turismo e industria.
En resumen, el informe concluye que la economía verde ya está ahí, pero, para sacar del papel las ideas que pueden hacer al modelo actual transitar de hecho hacia otro paradigma, más sostenible, el mundo necesitaría invertir el equivalente al 2% del PBI mundial por año (en el 2010, el Fondo Monetario Internacional (FMI) calculó ese PBI en US$ 62 mil millones). Tal inversión también necesita ser efectuada en diez sectores estratégicos, como construcción civil, energía, agua, bosques, agricultura, pesca, transportes, residuos, turismo e industria.
Brasil, bajo la presidencia de Luiz Inácio “Lula” da Silva, ganó, en el 2009, el derecho de ser sede de la conferencia internacional de la ONU sobre desarrollo sostenible. Esto lo consiguió por su destacada labor que venía obteniendo en relación al control de la deforestación de la Amazonía y a las políticas públicas de reducción de la miseria. Influyó también el hecho de que la conferencia sobre medio ambiente realizada en Río en 1992 cumpliera 20 años. “La Río+20” es la manera de informar que en el 2012, en Río, habrá un balance de lo que el mundo hizo en relación a los compromisos de 1992 y de lo que hará en los próximos 20 años.
Hay dos temas centrales en esta conferencia: economía verde y combate a la pobreza, con la propuesta de creación de una gobernación global que alíe las tres vertientes de sustentabilidad: progreso económico, equilibrio ambiental y desarrollo humano.
Vale recordar que “Río -92” fue el nombre de la II Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y tuvo como principal tema la discusión sobre desarrollo sostenible. Estuvieron presentes 117 jefes de Estado, el mayor número ya reunido por una conferencia internacional de cualquier naturaleza, intentando encontrar soluciones a los problemas ambientales y sociales del planeta.
De ahí salieron el primer acuerdo sobre clima, el primer acuerdo sobre biodiversidad y la resolución de hacer anualmente la Conferencia de las Partes (COP) sobre esos temas. También resultó, de la Río 92, la Agenda 21, que compromete a las naciones firmantes a adoptar métodos de protección ambiental, justicia social y eficiencia económica.
La Río+20 quiere que el desarrollo sostenible salga del papel y entre en las prácticas de los gobiernos y empresas. Por eso trabaja para que haya un acuerdo que garantice la inversión necesaria para la transición de la economía, por medio de políticas públicas que faciliten el financiamiento de la innovación, y transfiera subsidios de la “economía marrón” a los diez sectores estratégicos de la economía verde.
Una de las medidas más eficaces para acelerar ese proceso es cambiar las cuentas nacionales, incluyendo el capital natural como activo y estableciendo directrices para calcular su devaluación.
Las empresas brasileñas también asumirán posiciones avanzadas en relación a los temas de sustentabilidad, principalmente en cambios del clima y en la preservación de la biodiversidad. En el primer caso, en el 2009, las empresas adoptaron metas voluntarias de reducción de las propias emisiones de carbono y propusieron al gobierno federal que también hiciese lo mismo en relación al país.
Eso fue hecho. El presidente Lula anunció públicamente, durante la COP 15, en Copenhague, que Brasil iría reducir sus emisiones independientemente de los acuerdos internacionales. Y, a fines de aquél año, el Congreso aprobó la Política Nacional de Cambios de Clima, reglamentada a fines del 2010, que establece la reducción de las emisiones de carbono en un 38% hasta el 2020.
La Río+20 quiere que el desarrollo sostenible salga del papel y entre en las prácticas de los gobiernos y empresas. Por eso trabaja para que haya un acuerdo que garantice la inversión necesaria para la transición de la economía, por medio de políticas públicas que faciliten el financiamiento de la innovación, y transfiera subsidios de la “economía marrón” a los diez sectores estratégicos de la economía verde.
Una de las medidas más eficaces para acelerar ese proceso es cambiar las cuentas nacionales, incluyendo el capital natural como activo y estableciendo directrices para calcular su devaluación.
Las empresas brasileñas también asumirán posiciones avanzadas en relación a los temas de sustentabilidad, principalmente en cambios del clima y en la preservación de la biodiversidad. En el primer caso, en el 2009, las empresas adoptaron metas voluntarias de reducción de las propias emisiones de carbono y propusieron al gobierno federal que también hiciese lo mismo en relación al país.
Eso fue hecho. El presidente Lula anunció públicamente, durante la COP 15, en Copenhague, que Brasil iría reducir sus emisiones independientemente de los acuerdos internacionales. Y, a fines de aquél año, el Congreso aprobó la Política Nacional de Cambios de Clima, reglamentada a fines del 2010, que establece la reducción de las emisiones de carbono en un 38% hasta el 2020.
Las empresas además lanzaron el Forum Clima – Acción Empresarial sobre Cambios Climáticos, un grupo de trabajo formado para acompañar los compromisos de reducción de carbono y promover el diálogo entre empresas y gobiernos a favor de los mejores resultados para las políticas de cambios climáticos del país.
Además de eso, las empresas brasileñas iniciaron, en el 2010, el Movimiento Empresarial por la Biodiversidad (MEB), asumiendo compromisos voluntarios por la conservación y uso sustentable de la biodiversidad y entregando al gobierno propuestas del mismo sentido.
Por eso, las empresas necesitan encarar la conferencia como una oportunidad para ser protagonistas del cambio global. Como hacer eso? Una idea es contribuir en la movilización de la sociedad para los temas del desarrollo sostenible.
Las empresas también pueden hacer propuestas que contribuyan con el gobierno en la misión de ampliar el debate democrático para toda la sociedad, por medio de consultas a ONG’s, sindicatos, otras empresas y entidades de clase sobre el posicionamiento oficial del país en relación a los temas centrales de la Río+20.
Esta conferencia también puede ser una excelente oportunidad para que los gobiernos muestren los criterios de sostenibilidad adoptados para financiar las grandes obras que están siendo hechas para la Copa del Mundo y para los Juegos Olímpicos.
Es importante dejar en evidencia para las centenas de miles de personas que vendrán a Río y para los otros millones que acompañarán los trabajos por las redes sociales o vehículos de comunicación que Brasil (y en él, las empresas) entiende que, para transformar la realidad y construir el desarrollo sostenible para un mundo mejor, la economía necesita ser más que verde. Necesita ser inclusiva, verde y responsable. Es que nosotros ya estamos en camino. (Fuente: Instituto Ethos, traducción no oficial de la Embajada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario